
Elisa Franco Céspedes fue la encargada del Pregón de Navidad 2019, en la Parroquia Nuestra Señora de la Fuensanta de Patiño
Buenas noches queridos vecinos de Patiño, hermanos de honor, amigos, y familiares:
Nunca pensé recibir un encargo como el que esta noche me ocupa, realizar un pregón que anuncie la Navidad del año 2019, en la hermosa Parroquia de Nuestra Señora de la Fuensanta de Patiño, donde en la noche de la Nochebuena el mismo Niño Dios desciende desde el Cielo.
Y, sin embargo, tal vez en mi inconsciencia, no dude ni un segundo al aceptar este honor, este regalo que mis amigos de la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño me han ofrecido. Porque si hay una época del año que yo adoro por encima de todas las demás, esa es la Navidad.
Nací en el mes de enero, de hace ya algunas décadas, y fui la primera hija, nieta y sobrina de una familia unida y feliz.
Al llegar la navidad de mi primer año, mi querido abuelo Juan me hizo el regalo que marco mi vida de forma definitiva: un pequeño Belén, con sus figuritas de plástico, sus montes de corcho, sus pollitos, conejos, cerdos y corderos, sus pastores y pastoras, sus Reyes Magos, su pozo y su puente, y muchísimos otros aderezos montados con esmero, y sujetos a un tablero por las piernas y patas de las figuras, con alambre retorcido (para que yo no me los tragara). Y la magia del Belén, y el amor a la Navidad prendieron ya en mí de forma definitiva.
Me he educado, y formado en la fe, en dos colegios regentados por las Hijas de la Caridad, primero en el de Santa Luisa de Marillac (Las Luisas) y posteriormente en el de Nuestra Señora de la Fuensanta de Murcia.
Ambas comunidades de religiosas fomentaron en mí el amor y la ilusión por la Navidad. Con ellas montábamos el Nacimiento, y ensayábamos incansablemente los villancicos para cantar, en la cercana Parroquia de San Bartolomé, las misas del ciclo de Adviento y la Misa del Gallo.
Asimismo, mi madre Rufina, tiene gran culpa de mi profundo entusiasmo y cariño a estas fechas tan entrañables. Con ella aprendimos los cuatro hermanos a recolectar materiales para montar el Nacimiento: a almacenar tierra y serrín que después se convertirían en sendas y caminos, pequeñas ramas que simularían frondosos árboles, a poner en remojo las lentejas que germinadas serian plantíos. Y hacer casitas para el pueblo con cajas de cerillas forradas de papel de estraza y decoradas por ella, con sus luces dentro simulando el fuego del hogar, a pintar el celaje del fondo del Belén, pegando nubes de blanco algodón y estrellas de papel de plata, como el rio donde nadan los patos. Y, con ella aprendimos a hacer los cordiales y los mantecados, ya que en definitiva lleno nuestra infancia de dedicación y cariño, compartiendo con nosotros miles de horas.
Pero, pese a ello, aun teniendo todos estos preciosos recuerdos que mi mente atesora con afán, mi autentico amor a la Navidad viene dado por su sentido, por lo que significa el enorme regalo que Dios nos vino a entregar.

Podemos escuchar las palabras de Eliseo León Pretell (poeta peruano) que nos dicen lo siguiente:
“No importa si fue en diciembre
en un abril o en enero
cuando el universo entero
cambio tan solo en un día.
En Nazareth hay un Niño, hijo de José y María
de acuerdo a la profecía, Salvador del Mundo entero.
Como el más noble cordero
nació en un pesebre frío,
Jesús ganó al mundo umbrío
tan solo con su Verdad.
Con gran valor y humildad, sin galas en su atavío
se enfrentó con desafío a la injusta humanidad.
Su imagen de santidad
removió los corazones,
encendió mil emociones
con su mandato de amor.
Al hombre más pecador Cristo le ofreció perdones
sin títulos ni blasones se hizo Rey y Redentor.
Porque nunca debemos olvidar que celebramos la exaltación del amor de Dios, que se ha hecho Uno como nosotros.
Me emociona saber que Dios se ha hecho presente en la humanidad, sí, en ti y en mí, que ha adoptado la forma de un pequeño inocente y nacido en un pesebre entre pajas, donde los ángeles fueron a anunciar a los pastores con gran alegría este maravilloso acontecimiento:
“No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Lc.2, 10-11).
Toda Navidad debe ser un reencuentro con el anuncio del Evangelio mostrado en la persona de un Niño; Evangelio siempre nuevo y renovador: el mismo mensaje que hace dos mil años los primeros creyentes en Cristo transmitieron al mundo.
Y esa es la misión de este pregón: Recordarnos un año más el Nacimiento de Jesús, su llegada a este mundo para traernos la Salvación, El Perdón de nuestros Pecados y la Vida Eterna.
Pero, aún estamos en tiempo de Adviento, de espera gozosa, de júbilo contenido, y a tan solo 11 días de la Nochebuena.
Así nos canta el poeta Víctor Manuel Arbeloa:
Nunca llegan al portal
las figuras del belén
Los pastores se han quedado
sin las piernas por correr
No encuentran los Reyes Magos
la estrellita de papel
Los camellos en el musgo
ya no se pueden mover
El río de plata sigue
desembocando al revés
La lavandera del lago
nunca acaba de tender
Herodes hoy ha encendido
las mismas luces de ayer
En las montañas la nieve
no se puede deshacer
La Virgen está esperando
y esperando San José
La comadrona no llega
y ya empieza a anochecer
El pastor tampoco viene
con la hierba para el buey
Los hombres no llegan nunca
a la cueva de Belén
La Virgen está esperando
y el Niño Jesús también
En esta sociedad nuestra, ampliamente secularizada, cada vez con más frecuencia se intenta hacer olvidar el sentido de esta celebración del Nacimiento de Cristo, o paganizarla, y nuestra misión como cristianos debe ser hacer que nunca se olvide que lo que estamos celebrando es un evento de fe, y que aunque se intente trocar el “Feliz Navidad” por un “Felices fiestas”, debemos gritar, cantar a todo el mundo, que sin el Nacimiento del Niño Dios no pueden existir estas fiestas, que la Navidad es Jesús, y que sin El no hay fiesta: Es el autentico corazón de cuanto hoy celebramos.
Es la única razón por la que cada año los creyentes revivimos el gozo de la Navidad y, al igual que los pastores, o los Reyes Magos de Oriente acudimos al portal, a contemplar al Hijo de Dios que se ha hecho hombre, la Palabra eterna de Dios que se hace carne y acampa entre nosotros.
Pero la Navidad, deberia acompañarnos siempre en nuestras vidas, no solo en estas fechas. Una navidad que quizas no sea la mas perfecta por los actores que la ponemos en escena, pero al menos contiene el eco, el reflejo de aquel Mensaje de buenos sentimientos y amor al projimo…
Tal vez nuestras madres o abuelas, las que nos enseñaron a colocar el Belen, las que utilizaron cada figura y cada escena del mismo, como ejemplo para darnos una catequesis sencilla que nos ha valido para siempre, supieron transmitirnos los valores esenciales para nuestra vida de futuros hombres de bien.
Cuando nos enseñaban los diferentes misterios del nacimiento y nos decían:
“Mira, aquel es Herodes que mandó matar a los Inocentes, por ver si entre ellos estaba el Niño, y con él, nos mostraban la envidia, la crueldad, la mentira, personificadas en el malvado personaje…
O indicando con el dedo una construcción de corcho y madera:
“Esta es la posada; pero no quisieron los posaderos que pasaran allí la noche… por eso se tuvieron que quedar en un establo…” Y nos enseñaban asi lo que es la falta de caridad y amor al projimo…
Los Tres Reyes Magos, representaban el saber, la dignidad y la constancia…
Los pastores, la humildad, la fe y la generosidad….
Y, la mula, el buey y todos los personajes humanos y animales que recrean ese mundo de corcho, paja, escayola o madera, son los que escenifican la bondad, la sencillez y la humanidad; porque entre todos componen escenas cotidianas en las que de una manera u otra se adora al Niño- Dios…
Pero muchas personas se preguntan:
¿QUÉ ES LA NAVIDAD? Y ¿QUÉ SENTIDO TIENE HOY?
Es amor. Es esperanza. Es fe
Es alegría
Es principio de Redención
Es una etapa de nuestra historia de Salvación
Es encuentro con Cristo, Niño
Es conversión y renovación.
Es paz interior
Es vida nueva
Es camino que se abre para el tiempo
y para la eternidad
Es verdad que se alimenta del Amor
Es vida que fructifica y madura,
sin dejar de nacer siempre.
Y, la NAVIDAD debe ser un tiempo para dejar huellas en el corazón del otro, de que los cristianos nos hagamos visibles como seguidores de su Palabra, de que seamos ejemplo de Su amor, y aprendiendo a observar lo que sucede a nuestro alrededor, y actuando en consecuencia.
Estas fechas son más difíciles todavía para muchas personas que añoran a sus seres queridos, para aquellos a quien la soledad llama a su puerta, o para los castigados por la ausencia de trabajo y esperanza, y para aquellos a quienes la salud les quiebra el ánimo, y la angustia les invade.
También son fechas muy duras para el emigrante que huye de la guerra y la miseria en su país, y expone su vida y sus sueños, o para la madre sin recursos, el niño sin juguete, o el anciano sin manta, ni caricia.
Y, aunque desgraciadamente, la Navidad no es igual para todos, está en nuestra mano avanzar, seguir luchando, para que lo sea. Intentar sin descanso hacer un mundo mejor, y más justo. Porque Cristo te llama desde el pesebre a ser como Él, y a atender las necesidades del otro.
Nosotros, a través del Espíritu Santo, podemos dejar huellas, marcas de Cristo, en las personas que están a nuestro alrededor.
La Navidad es nuestra oportunidad de escribir un mensaje de amor en el corazón de quien nos necesita, de enfocar nuestra mirada en aquellos que nos rodean para poder descubrir su ansia.
Si te animas a acercarte, sin dudas, ¡dejarás huellas en su corazón!
Este pregón llega a su fin, invitando a todos los presentes a transmitir la alegría de la próxima venida de Nuestro Señor, El Niño Dios, Enmanuel. Cantemos, bailemos y estemos felices.
Feliz Navidad a todos¡¡¡
Muchas gracias
Elisa Franco Céspedes
